Un cambio de eje: La decadencia de Trump, el auge de los Verdes y las nuevas coordenadas del cambio social

Nov 30, 2018

artículo de Otto Scharmer — lee el artículo en Inglés

Los resultados de las elecciones de mitad de período en Estados Unidos demuestran que este país se sigue polarizando hacia los extremos de la izquierda y la derecha. Este es un análisis muy difundido, pero no del todo acertado, ya que observa una realidad del siglo XXI a través de un lente del siglo XX (“izquierda vs. derecha”). En lugar de una polarización, nos encontramos ante un cambio de eje que está redefiniendo las coordenadas del espacio político, económico y cultural.

Por cambio de eje me refiero al surgimiento de una nueva polaridad y un nuevo sistema de coordenadas que están reconfigurando el discurso intelectual. Este cambio de eje no sólo se manifiesta en las elecciones intermedias de Estados Unidos, sino en todo el mundo, como demuestran los recientes resultados electorales en Brasil, Alemania e Italia, entre otros países. En todos estos lugares, el eje principal del conflicto político ya no es izquierda vs. derecha, como en el siglo pasado, sino abierto vs. cerrado.

Este cambio no es exclusivo a la arena política. Las coordenadas del discurso económico también están cambiando. El debate centralización vs. libre mercado está siendo reemplazado por un debate crecimiento vs. bienestar. Un tercer eje en transformación tiene que ver con el sistema educativo, donde el debate educación pública vs. educación privada se está transformando en memorización de conocimientos vs. aprendizaje integral, niños integrales.

Estos tres ejes en transformación están reemplazando el discurso público tradicional del siglo XX por un nuevo eje de conversación y pensamiento que abre un nuevo camino para la renovación social. Como explico a continuación, la estrategia de campaña del partido Demócrata durante las elecciones de mitad de período de 2018 es un claro ejemplo de una oportunidad histórica perdida debido a que se miró una situación nueva a través de un lente viejo.

 

El cambio político

El desplazamiento en las coordenadas políticas del debate izquierda vs. derecha a lo que David Brooks, columnista del New York Times, llama abierto vs. cerrado está ocurriendo en muchos países. La figura 1 traza un mapa de la antigua línea de conflicto del siglo XX a lo largo del eje horizontal y de la polaridad emergente del siglo XXI a lo largo del eje vertical.

Figura 1: Las nuevas coordenadas políticas


El espectro representado en el eje horizontal es bien conocido: la “izquierda” tiende a resolver problemas aumentando los servicios gubernamentales, mientras que la “derecha” tiende a resolver los mismos problemas promoviendo la iniciativa individual. En breve: más gobierno vs. más mercado.

Pero ¿qué hay del eje vertical? A través de Donald Trump y del recién electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, conocemos muy bien la parte inferior de ese eje. La mentalidad “cerrada” es la que amplifica la tríada del Miedo, el Odio y la Ignorancia. Es una mentalidad que se manifiesta en la forma de cinco comportamientos: ceguera (no ver la realidad); insensibilidad (falta de empatía con los demás); ausencia (perder la conexión con el mejor futuro posible de uno mismo); culpar a los demás (incapacidad para reflexionar); y destrucción (la naturaleza, las relaciones y a uno mismo).

Estos cinco comportamientos han reconfigurado completamente el discurso político en los últimos dos años. Ninguno de estos comportamientos es nuevo. Lo que ha cambiado es que se han convertido en armas gracias a mecanismos de redes sociales como el micro-targeting y los dark posts que aumentan nuestro aislamiento en las cámaras de eco digitales y que amplifican estas conductas tóxicas a niveles nunca antes vistos. Para ilustrar su funcionamiento, veamos algunos ejemplos recientes.

El nombramiento de Brett Kavanaugh a la Suprema Corte de los Estados Unidos: no entrevistar a testigos (ceguera); no empatizar con las víctimas de asalto sexual (insensibilidad); contaminar la legitimidad de la Suprema Corte con una mentalidad partidista (ausencia); culpar a “la mafia” y a “los Clinton” (culpar a otros); y acercar al país a la guerra civil (autodestrucción).

Tiroteos en escuelas, instituciones religiosas y lugares públicos: cegarse a los temas reales, como la regulación de las armas de fuego (ceguera); no identificarse con las víctimas reales (insensibilidad); decir que los estudiantes activistas son actores pagados (ausencia); culpar a las víctimas por no defenderse (culpar a otros); y acercar a la comunidad a la guerra civil (autodestrucción).

Cambio climático: no aceptar la evidencia científica (ceguera); falta de empatía con el creciente número de víctimas, particularmente en el Sur global (insensibilidad); desmantelación de la Agencia de Protección Ambiental (ausencia); socavar activamente la credibilidad de la ciencia climática y de los científicos del clima (culpar a otros); y retirarse del Acuerdo de París (poner a la civilización en el camino hacia la autodestrucción).

Ese es el manual de instrucciones del Trumpismo, y ha sido realmente eficaz. Bolsonaro copió gran parte de él en la campaña que lo llevó al poder. Al igual que Trump, desprecia abiertamente a las mujeres, la naturaleza, las minorías y los principios de la democracia. Entonces, ¿por qué la gente votó por él? Por las mismas razones por las que los estadounidenses votaron por Trump y los británicos por Brexit. Porque creen, justificadamente, que el viejo sistema les falló. Y por lo tanto, prefieren al único candidato que promete alterar el sistema y “drenar el pantano”.

Si Trump es el síntoma y no el problema, ¿cuál es el problema? Es la falta de una alternativa política, económica y cultural real que activaría el enorme potencial de la parte superior del eje vertical (figuras 1 y 2).

Figura 2: Dos campos sociales: El ciclo de co-creación (presencia) y el ciclo de destrucción (ausencia)


La mayoría de los jóvenes que conozco se sitúan por fuera y por encima del eje izquierda-derecha en la mitad superior de las figuras 1 y 2. Dos terceras partes de este grupo votaron por el partido Demócrata en las elecciones de mitad de período. Se observó el mismo fenómeno en las dos elecciones estatales recientes en Alemania. En estas elecciones, que tuvieron lugar en Hesse y en la ultraconservadora Baviera, se observaron pérdidas históricas de la coalición gubernamental entre los socialdemócratas de centro-izquierda (SPD) y los conservadores de centro-derecha (CDU), mientras que los dos principales ganadores de las elecciones están posicionados alrededor del eje vertical: con el partido antirrefugiado AfD (un partido orientado al neo-nacionalismo/neo-nazismo) en un extremo, y el Partido Verde en el otro extremo del espectro. Baviera es en Alemania lo que Texas es en los Estados Unidos: el Sur ultraconservador. El auge del Partido Verde en ese contexto es un fenómeno notable, porque en Alemania el Partido Verde fue el único que no adoptó ninguno de los sentimientos neo-nacionalistas que dieron origen a la AfD. Nos recuerda la refrescante postulación de Beto O’Rourke por un escaño en el Senado de Texas (y su muy estrecha derrota ante Ted Cruz) y demuestra que el potencial colectivo para activar la parte superior del eje vertical es mucho mayor de lo que se manifiesta hoy en día.

Algunas conclusiones generales:

En primer lugar, el ascenso de Jair Bolsonaro (Brasil), Viktor Orban (Hungría), Jaroslaw Kaczynski (Polonia), Matteo Salvini (Italia), Recep Erdogan (Turquía), Vladimir Putin (Rusia) y Rodrigo Duterte (Filipinas) demuestra que (a) el Trumpismo, definido como el extremo inferior del eje vertical, no se limita a Estados Unidos, y (b) éste está estrechamente relacionado con la amplificación del miedo, el odio y la ignorancia posibilitado por las redes sociales (figura 2).

En segundo lugar, el surgimiento del Partido Verde en Alemania, de una nueva generación de mujeres congresistas en Estados Unidos, y de las victorias del Presidente Alvarado en Costa Rica y del Presidente Jokowi en Indonesia, demuestran que en todo el planeta, la gente puede responder a su insatisfacción con el actual sistema político de distintas maneras: abriendo la mente, la voluntad y el corazón (a través de la curiosidad, la compasión y la valentía) en lugar de cerrar estas capacidades (a través de la ignorancia, el odio y el miedo), como se ve en la figura 2.

Y tercero: el conflicto en el eje vertical entre cerrado y abierto no es nuevo. En los Estados Unidos se remonta al menos hasta la Guerra Civil. En muchos sentidos, esa guerra nunca terminó por completo, sino que se ha prolongado a través del racismo y la exclusión, institucionalizados a través de leyes como las de Jim Crow. De los 26 senadores que representan a los 13 estados secesionistas del sur de la antigua Confederación en el Senado de Estados Unidos, sólo 5 son demócratas, y los 21 restantes son republicanos. De los 38 senadores que representan a los 19 estados del Norte (la Unión) en el Senado hoy en día, sólo 9 son republicanos, 27 son demócratas y 2 son independientes. Claramente, el debate entre cerrado y abierto no es nuevo. Lo que sí es nuevo son tres condiciones: que el debate está teniendo lugar a nivel global; que sólo nos queda una década para transformar nuestras economías y sociedades para conformarnos a las fronteras planetarias para el desarrollo sostenible; y que las redes sociales están amplificando los comportamientos tóxicos (es decir, el ciclo de ausencia) a niveles nunca antes vistos.

Por último, mientras que el Partido Republicano del gobierno de Trump ha transitado de su núcleo conservador tradicional a la adopción de posturas populistas y neo-nacionalistas (y de supremacía blanca), es decir, hacia el extremo inferior del espectro vertical, vemos a los Demócratas atrapados en el centro, debatiendo si moverse más a la izquierda, más al centro, más hacia lo populista, o más arriba en el espectro vertical. La mayor parte de su campaña se centró en temas tradicionalmente progresistas (servicios de salud), pero se perdió la oportunidad de presentar una nueva narrativa más atrevida para la civilización estadounidense (extremo superior del eje vertical).

 

El cambio económico

De la misma manera, vemos un desplazamiento en las coordenadas económicas que está reconfigurando el discurso de la política económica. A lo largo del siglo XX, los diferentes puntos de vista de este discurso se enfocaron en encontrar la mejor forma de estimular el ciclo de crecimiento económico. Una escuela de pensamiento favoreció los mecanismos de mercado (liberal y neoliberal), y otra favoreció la intervención del gobierno y políticas macroeconómicas más activas (keynesianas y neokeynesianas). El nuevo discurso de este siglo está surgiendo en torno a otro eje y escuela de pensamiento, es decir, en torno a si el paradigma del crecimiento es parte del problema y debe ser reemplazado por un paradigma post-crecimiento que se enfoque en proveer bienestar para todos.

Figura 3: Las nuevas coordenadas económicas


Por supuesto, el viejo discurso y los viejos paradigmas no desaparecen, por lo que las nuevas coordenadas de nuestro discurso económico público actual, en realidad, presentan ambas dimensiones, como se muestra en la figura 3. El eje horizontal se basa en el conocido discurso entre la dependencia del gobierno y la dependencia del mercado.

El eje vertical, sin embargo, se basa en la observación empírica de que, en las economías desarrolladas, un mayor PIB no se traduce en un mayor bienestar en la población. Por lo tanto, si el PIB (como medida de la producción, no de los resultados) no es un buen indicador del progreso económico, ¿existe una mejor alternativa? Aquí comienza un nuevo discurso. Algunos de los indicadores alternativos que se están discutiendo actualmente son (1) el indicador de la Felicidad Nacional Bruta (FNB) de Bután, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD, y (3) un conjunto emergente de mediciones que rastrean el progreso en la implementación de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por la Asamblea General de la ONU en 2015.

Algunas observaciones sobre las nuevas coordenadas económicas:

En primer lugar, a pesar de que muchos de los viejos paradigmas económicos estallaron con la crisis de 2008, gran parte de ese pensamiento aún está vivo y coleando en la política y las instituciones. El discurso económico dominante sigue estando firmemente sujeto al eje horizontal, al pensamiento económico del siglo XX.

En segundo lugar, en cuanto al eje vertical, vemos más énfasis alrededor de la parte inferior (es decir, el surgimiento del nacionalismo económico), mientras que la parte superior sigue siendo la excepción, no la regla (ejemplos: Bután, Costa Rica).

En tercer lugar, ¿dónde está creciendo y floreciendo la parte superior del eje vertical hoy en día? En muchas comunidades locales. Las iniciativas multisectoriales locales y regionales, a nivel ciudad o estado, suelen mostrar las características del eje vertical superior. Ese movimiento que está surgiendo desde la base, sembrando y piloteando nuevas economías colaborativas es lo que Tyler Norris del Wellbeing Trust llama la “historia más importante y menos contada” de nuestra era.

Por último, la única posibilidad de implementar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (adoptados en 2015) para 2030 es fortalecer y contribuir a la evolución de este movimiento mediante la creación de nuevas infraestructuras de colaboración y participación democrática desde los niveles locales hacia arriba, con el fin de generar bienestar para todos, es decir, para actualizar el “sistema operativo” de nuestra economía, de la conciencia ego-sistémica a la conciencia eco-sistémica (de las partes inferiores a las superiores del eje vertical).

 

El cambio educativo

Una forma de captar las nuevas coordenadas educativas es a través de la observación del cambio de significado de la brecha digital. La verdadera brecha digital no es entre los niños que tienen acceso a Internet y los que no lo tienen. La verdadera brecha digital, escribe la columnista del New York Times Naomi Schaefer Riley, es “entre los niños cuyos padres saben que tienen que restringir el tiempo frente a las pantallas y aquellos cuyos padres se han creído el discurso de las escuelas y los políticos que dice que las pantallas son la clave del éxito”. Según un estudio realizado en 2011 en Northwestern University, los niños estadounidenses pertenecientes a minorías ven 50 por ciento más televisión que sus compañeros blancos.

“La brecha digital tenía que ver con el acceso a la tecnología. Ahora que todo el mundo tiene acceso a ella, la nueva brecha digital tiene que ver con la restricción al acceso a la tecnología”, dijo Chris Anderson, ex editor en jefe de la revista Wired. Esto es particularmente evidente en Silicon Valley, donde la escuela privada Waldorf (que impone restricciones extremas en el tiempo frente a pantallas) es muy popular entre los ejecutivos de Silicon Valley, mientras que la escuela pública Hillview Middle School se enfoca en ofrecer un iPad a cada estudiante.

Mientras que gran parte del antiguo discurso sobre la educación giraba en torno a la educación pública frente a la privada, es decir, izquierda vs. derecha, el nuevo discurso parece centrarse más en el tipo de aprendizaje: memorización de cifras, fórmulas y datos vs. enfoques integrales de aprendizaje y creatividad que giran en torno a campos sociales generativos e integran la cabeza, la mano y el corazón (figura 4).

Figura 4: Las nuevas coordenadas educativas


Cuando contemplo el panorama actual de la educación a través del lente de las coordenadas de la figura 4, me vienen a la mente tres observaciones.

En primer lugar, la mayoría de las actividades y discursos actuales todavía están firmemente dentro del viejo eje de pensamiento (público vs. privado).

En segundo lugar, la revolución de la inteligencia artificial (IA) que va a reconfigurar el funcionamiento de la sociedad comenzará por reemplazar los empleos basados en las habilidades que aprendemos en la mitad inferior del espectro (memorizar cifras, fórmulas y hechos). El resultado será una reorientación de la actividad humana a la creación de valor en la mitad superior del espectro (compasión humana, servicios humanos empáticos, creatividad colectiva, escucha profunda, diálogo generativo, presencia colectiva, mantener el espacio, estar abiertos a dejar ir y recibir).

En tercer lugar, aunque todos conocemos buenas escuelas que se aventuran a la mitad superior del espectro de aprendizaje, hay muy pocos ejemplos de sistemas escolares que lo hayan hecho. Hay muy pocos porque los sistemas educativos finlandeses (y nórdicos) posiblemente sean la única excepción a esta regla, a pesar de que los actores clave en Finlandia insisten en que apenas están empezando su propio viaje de transformación.

 

El punto ciego más importante de nuestro tiempo

¿Qué tienen que ver los cambios de eje en la política y en la economía con el cambio en la educación y el aprendizaje? Todo. El discurso del siglo XX se reducía esencialmente a una diferencia ideológica. Como señala el historiador Yuval Noah Harari en su libro 21 Lecciones para el siglo XXI, en 1938 había tres ideologías: fascismo, socialismo y liberalismo. En 1968 ese número se redujo a dos (socialismo, liberalismo). En 1998 el número se redujo a 1 (el supuesto fin de la historia). Pero hoy, en 2018, este número se ha reducido a cero. No hay ideología. Sólo yo, yo, yo, yo…

Si la diferencia en el eje vertical no es ideológica, ¿en qué consiste? En la diferencia en el nivel de conciencia, es decir, nuestra profundidad de conexión interpersonal. El desplazamiento de los dos cuadrantes inferiores a los dos superiores es un desplazamiento de conciencia, de la conciencia ego-sistémica a la conciencia eco-sistémica, del “yo” al “nosotros”.

Lo bueno de Trump, el populismo y la conciencia ego-sistémica es que la energía y la iniciativa se están actualizando. Lo malo (o su limitación) es su estrechez: el ego es tan pequeño que no está a la altura de la complejidad real de esta era de interdependencia. La complejidad y la interdependencia requieren apertura: de la mente, del corazón, de la voluntad. Al participar de este proceso de apertura, con todos sus desafíos en cuanto a la voz del juicio, la voz del cinismo y la voz del temor, pasamos por un profundo cambio de mentalidad, del “ego” al “eco”. Comenzamos a ver la situación no sólo desde nuestro propio punto de vista, sino también desde el punto de vista de todos los demás actores de nuestros ecosistemas.

Ese proceso de apertura, y los nuevos métodos y herramientas basados en la toma de conciencia para facilitarlo a gran escala, es uno de los cambios más importantes y con menos respaldo de nuestra era. Es un movimiento emergente que, debido al ruido que nos rodea, a menudo se echa de menos y merece nuestra máxima atención.

 

Una nueva iniciativa: el Laboratorio de Transformación Social

Tenemos que contar la historia de este proceso de apertura. Hay individuos, grupos y organizaciones cambiando sus formas ego-sistémicas de operar a formas eco-sistémicas, es decir, se están moviendo hacia arriba en el eje vertical, pero muchas veces no tienen el apoyo y los contactos que podrían tener. Para llevar este movimiento emergente a una escala multilocal y global se requieren nuevas infraestructuras de apoyo y nuevas herramientas que faciliten el cambio sistémico basado en la toma de conciencia.

Para apoyar este movimiento global emergente, mis colegas y yo en el Presencing Institute nos estamos asociando con múltiples redes y organizaciones globales que están trabajando para activar el eje superior del desarrollo humano y social a gran escala. Esta nueva iniciativa se llama “Laboratorio de Transformación Social” (U.Lab S). La iniciativa comenzó en enero del 2019, y funciona como una plataforma de innovación multilocal para equipos que están trabajando hacia la innovación profunda en sus propias organizaciones y ecosistemas.

Hace poco lanzamos un nuevo sitio web para convocar socios para esta iniciativa. El laboratorio es gratuito, dentro y fuera de línea, y reunirá a agentes de cambio de todo el mundo. Los equipos tendrán acceso a la plataforma en línea del laboratorio, que será diseñada para permitir que personas de todos los sectores, sistemas y geografías se apoyen entre sí en aprendizaje, facilitación y pilotaje.

El Laboratorio de Transformación Societal es nuestro intento de ir más allá del análisis y entrar en acción, con el fin de acelerar el cambio que se está produciendo en nuestros sistemas políticos, económicos y educativos actuales.

Muchas gracias a mis colegas Kelvy Bird (figuras) y Adam Yukelson por comentar y co-crear esta pieza.


Traducido del Inglés al Español por Elisa Schmelkes, cortesía de Annette Santos del Real, con la colaboración de Mercedes Bidart del Presencing Institute.